jueves, 6 de septiembre de 2012

Dios escucha...

Hace unos años estaba sentada al final de una calle de tierra que se topaba con el cielo.
Miraba como a lo lejos, las nubes sembraban sombras en las montañas de la puna y árboles y flores agradecían ese momento de respiro… yo respiraba bajito recitándole mis dolores a la pachamama… le pedía mudar de piel… Y… como me parecía lejos y que escuchaba pero bajito… subí más allá, más arriba, a donde el cielo realmente es el cielo y la tierra realmente es la tierra… la diferencia entre una y otra es por que la pisamos… pero si realmente no pensas no hay diferencia…
Yo pensaba y mucho, y como sentía que lo tenía a Dios cerca, que su despacho estaba a solo metros de mí, me senté en una de las terrazas sembradas con milenios de agua y sombra y abono fértil, con siglos de silencio… el jardinero de Dios nos presto esa parcela para tomar un mate y respirar aire limpio recién fabricado… y solté… solté… solté miserias de público conocimiento, pensamientos, pedidos, momentos, fotos, besos abrazos, solté años sobre mis hombros…
Y escucha, te digo! Escucha.
Pero toda esta introducción viene ligada a lo que paso después.
Unos años después me encuentro sentada al final de una calle de tierra que se topa con el cielo… Después que he llenado mi corazón y hombros de mariposas… Donde el olor a orégano, incienso y burro invaden mis sentidos… pero también lo hacen y mucho mejor… tres perras… un marido… un hijo… y otro que dentro de mí, crece con abono fértil, con gestos y palabras dichas con amor… esperando para respirar ese aire limpio recién fabricado.
Y amarré mi amor que hoy agradece desde el jardín que Dios me bajo a esta calle de tierra… mi hogar…
Y que escucha Dios… escucha!