jueves, 23 de diciembre de 2010

Soltar amarras

Resulta que dicen que hay que soltar amarras.
Mientras pensaba en que hilos imaginarios que he cortado a la largo de estos años, me doy cuenta de que existen aún... como hebras finitas, como pensamientos no tan constantes y traslucidos, como pequeños fragmentos de luz en el fondo de algún pozo.
Resulta que cuando uno dice que suelta amarras, en realidad ejerce su derecho a olvidar.
Pero mientras pienso esto, sé que no he olvidado nada, que sigue intacto en mi cada segundo por el que he luchado.
Resulta que cuando uno cree que ha soltado amarras, vuelven a uno las secuelas, los ecos de las viejas cosas.
Resulta que cuando uno se ha olvidado de soltar amarras, creyendo haberlas soltado a todas, aparece en alguna calle, en algún paisaje, en algún aroma, su cuerpo intacto, si risa sencilla, la lagrima que amarra todo en una postal que no podido soltar ni el peso de los días o el paso de los años.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Todo

No teníamos nada
y sin embargo nos embarcamos en el mejor de los delirios.
En la puerta de los que esperan siempre algo
nos arrastramos por inmensos y escandalosos abismos.

Eras tan tierno como siempre,
yo era tan simple como siempre he sido.

No importa si me decís que me has agotado;
las semillas, en mi crecen flores como racimos.
Tengo fértil las manos de todo lo que te he dicho.

Ahora y antes fuimos soñadores
recurrentes de los mismos sitios.
Vos me dejabas y yo te amarraba con mis besos.
Yo te dejaba y siempre volvías con un puñado de delirios.

No teníamos nada antes.
No tenemos más nada que ahora.
No teníamos más nada que perder.
Y habíamos perdido todo,
me paraba en los perfiles de las puertas
me apoyaba sola en las ventanas
pero ahora...
me asomo de tu cintura por las balcones.

Ningún aguacero fue nuestro.
Ninguna tormenta tan reciente.

No tenemos más nada,
no tenemos, ahora, más nada...
y sin embargo nos tenemos,
sin la estúpida melancolía de las cosas
sin la desolación que parte al medio la rutina de la vida.

No teníamos nada.
Y ahora nos tenemos amarrados en un beso,
atados a la siesta de otoño
Náufragos, rehenes
mar adentro de un con vos y un conmigo,
en nuestro hijo.
Todo.