jueves, 9 de diciembre de 2010

Todo

No teníamos nada
y sin embargo nos embarcamos en el mejor de los delirios.
En la puerta de los que esperan siempre algo
nos arrastramos por inmensos y escandalosos abismos.

Eras tan tierno como siempre,
yo era tan simple como siempre he sido.

No importa si me decís que me has agotado;
las semillas, en mi crecen flores como racimos.
Tengo fértil las manos de todo lo que te he dicho.

Ahora y antes fuimos soñadores
recurrentes de los mismos sitios.
Vos me dejabas y yo te amarraba con mis besos.
Yo te dejaba y siempre volvías con un puñado de delirios.

No teníamos nada antes.
No tenemos más nada que ahora.
No teníamos más nada que perder.
Y habíamos perdido todo,
me paraba en los perfiles de las puertas
me apoyaba sola en las ventanas
pero ahora...
me asomo de tu cintura por las balcones.

Ningún aguacero fue nuestro.
Ninguna tormenta tan reciente.

No tenemos más nada,
no tenemos, ahora, más nada...
y sin embargo nos tenemos,
sin la estúpida melancolía de las cosas
sin la desolación que parte al medio la rutina de la vida.

No teníamos nada.
Y ahora nos tenemos amarrados en un beso,
atados a la siesta de otoño
Náufragos, rehenes
mar adentro de un con vos y un conmigo,
en nuestro hijo.
Todo.

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