No soy yo ni vos... siempre fue él

Hace minutos estaba acostada en mi cama pensando en cuanto espacio sobra para los costados, sin un cuerpo que me ame ni amar, ni una sola esperanza de enamorarme de nuevo, sin un poco de ganas de sentirme sola…
Hace minutos estaba acostada entre las cosas que no quiero, entre las cosas que me invento para hacer mas llevadero esto de andar por el mundo sin par y suelto, para hacer mas fuerte mis debilidades, para creerme y hacerles creer a todos que puedo, sin quererlo, sentirme bien en el lugar que me invento.
Por primera vez en mi vida me sentí sincera con mi alma y mi cuerpo.
Y la verdad es que ya no te amaba cuando decidí dejar de hacerlo, ya no estabas en mi vida cuando te habías ido, no eras mi futuro como tanto decías, no eras mi destino como sospechaba.
Pero dentro de tanta certeza esta la gota de melancolía, esta el segundo en que sé que supimos inventar magia de la nada.
Está visto que no éramos el uno para el otro y sin embargo que bien y que real nos salio el invento, que cruel y que real fue el desenlace, que triste y que real es caer ahora en lo cierto.
Recién en mi cama, estirando los brazos para los dos costados, como queriendo encontrar algo que nunca durmió a mi lado, recién ahora después de todos estos años de aferrarme a un sueño, me di cuenta que en realidad me aferraba a todos mis miedos… miedo a perderme en el olvido, miedo de enamorarme realmente, miedo de apostar a mis sueños, miedo de tener un amor real…un hombre de carne y hueso, no el fantasma que me recuerda tus besos.
Recién entendí que no se trata de vos, ni de nosotros ni siquiera de mi, sino de un él, siempre ausente en mi vida, siempre atados a falsas promesas de regreso, siempre vivo en el recuerdo de un hombre que jamás me amo y juró por años hacerlo, siempre creyendo que vivía en tus ojos morenos, siempre pendiente de un reloj, de una carta, de una canción, de un deseo, de un hombre que jamás va mirarme y que con todo mi corazón espero...
Ahora salen las palabras que quiero decirte, no eras mi destino ni yo era la madre del hijo que duerme en tu pecho.
Igualmente fue dulce sentir que inventábamos la vida, fue dulce compartir con vos el mar hermoso de los sueños. Voy a quererte toda la vida… eso es lo único que no es borroso y es cierto.
Nunca fui buena para las despedidas, ni para los regresos…
Mi negro… te dejo besos.