Viviana

Yo tengo un jardín con sus ojos, y millones de palabras que saben que decirle.
Tengo las manos llenas de vida si él quiere abrazarme.
Todo es como la luz que se creó en el primer día.
La tierra toda esta cercada para nosotros y viajamos por países no muy lejanos.
Yo tengo todavía la juventud de las rosas. Y mi cuerpo es un templo que espera sus oraciones más que a cualquier otra cosa.
Él todavía me quiere con una devoción milagrosa.
Yo tengo la certeza de que el mar no ha estado siempre en el mismo sitio.
Él tiene la pureza de las aguas que bajan de las montañas y hacen cuencas cristalinas en los ríos.
Yo soy suya y él es mío.
Yo tuve que caerme de rodillas a sus pies para que él se levantara conmigo.
Yo salve mi vida con la suya. Y juntos aprendimos.
No hubo creación más hermosa después del paraíso como cuando yo le dije te amo por primera vez y él en silencio ya lo repetía.
Él me dio en mis hijos dones, milagros, profecías.
Yo soy la mujer que siempre sabrá que lo merece. Él es el hombre que no le importo nada más que amarme sin predecir alguna terrenal caída.
A veces por las tardes cuando lo miro y sus ojos me dicen que abajo se acaba este día... Yo, recorro la casa y me siento a su lado en silencio; entonces las luces suaves de las estrellas me acunan en el sueño de cuando yo le dije te amo por primera vez y él en silencio ya lo repetía.


A Mario y Viviana ... después de tantos años de dulce amor.