No podría evitar ser la sociedad que han hecho en mí... Ni las costumbres, ni los amores, ni esta prosa mal lograda… ni las caricias moderadas, ni el sexo complaciente. No lograrían sacar de mí los rituales en vano de las pérdidas, ni la tediosa tarea de ponerme a enumerar mis heridas.
Si me sacaran del encierro, de la moralidad prenatal que llevo, si me desarmaran de respuestas y de puntualidad... alguna noche volvería a mis antiguos agujeros, a pedirle perdón a dios en silencio de mi amor incomensurado, de mi sexo, de mis leales compañeros, de mis noches, de mi prosa. Alguna noche volvería sedienta de lamentos y me revolvería pensando que no hago lo que debo, y seria infeliz porque fui o soy libre de los encierros, y me volvería a encasillar en los parámetros del “debo”.
Si me sacaran de los números, las postales, las fracciones, los predilectos, las caricias del cuerpo ajeno, si me sacaran de vivir la vida como creo … volvería a ese pozo del infierno, llena de marcas santas, de cruces, de medallas, de sueños de mi madre con vestidos blancos e hijos corriendo descalzos gritando mamá como te quiero…
Nunca estaría ni en la tierra ni en el cielo, ni en lo real o lo ficticio, en lo celestial o el infierno, siempre faltaría algo para permanecer del todo a esto o aquello, y seguro ganaría la costumbre de preguntarme de vez en cuando si esto es vivir como “debo”.
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