Admiro a las personas con fe.
Porque yo hoy,
no podría
si quisiera,
mantenerme aferrada
ni a la barandilla de la escalera,
ni al llanto de un niño,
ni a la brisa de la mañana
ni al color de sus ojos.
Yo hoy no podría,
entablar plegarias a nada.
A esa nada que siento.
Que aún ahí existe.
Admiro a la gente con esa fe ciega,
devota, nítida, sin grises.
Yo tengo mi fe opaca.
con rayones y máscaras.
Quisiera mi fe de vuelta.
en sus ojos.
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